lunes, 14 de diciembre de 2009

GRACIAS POR EL FUEGO II

Segunda parte.
Prometeo encadenado, ó el valor de la finitud.

Tal vez debiera explicar por que he decidido dividir en dos partes el presente artículo; si he de ser sincero, a estas alturas siento que he dado tantas explicaciones que pareciera que me estoy disculpando por todo lo que hago. Así que seré breve, o por lo menos lo intentaré. Resolví separar mi interpretación de este mito por la sencilla razón de que quería afianzar mis propias ideas en forma separada aunque ambas guarden relación entre sí.

Vallamos entonces al mito, la idea central de este artículo es la inmortalidad de Prometeo y la inmortalidad en sí. Tarea ardua si se quiere, ya que como dijese en el artículo anterior, este trabajo es una suerte de apología finita, en tanto hecha por un mortal hacía un ser que no pude morir. Ahora bien la primera idea que me interesa desarrollar es la noción de inmortalidad… pareciera vano explicitar sobre esta temática ya que esta es en cierta forma algo imposible de existencia, por el momento diré que no tanto, pero en fin comencemos, me estoy perdiendo en demasiadas aclaraciones.
Si analizamos la noción de inmortalidad que manejan los griegos de la época antigua, hallamos que ellos llaman inmortales a aquellos seres que teniendo su origen en algún progenitor o fuerza primordial, no esta en ellos la posibilidad de morir. ¿Por qué esto es así? Si analizamos la noción actual de inmortalidad, nos damos cuenta que inmortal no es sólo aquel que nunca muere, sino que se liga a la idea de que tampoco ha tenido un nacimiento, esta concepción se la debemos agradecer al cristianismo y casi todas las creencias monoteístas pero por sobre todo a la primera, ya que de ella parte todo la basta cultura occidental. El cristianismo, nos a legado la idea de un único dios todopoderoso superior a todas las criaturas existentes, cuestión no menor, “la palabra revelada” (esto lo pongo entre comillas ya que son palabras propias del discurso cristiano y que yo no necesariamente comparto) nos dice entonces que hay un solo Dios y que todo por debajo de Él es inferior, esta idea, nos lleva entonces al propio origen de ese ser y a su naturaleza. Este Dios por lo tanto debiera ser la causa de sí mismo, ya que de ser el accidente de otra sustancia ya no sería el ser todopoderoso que conocemos, sino una creación más de entre tantas otras posibles. Así la idea cristiana nos ha encasillado, en algo que para ser inmortal debe necesariamente no morir ni nacer.
Los griegos y la gran mayoría de las primeras civilizaciones indoeuropeas no entendían así esta noción. Como las civilizaciones antiguas no buscaban más que los favores de los dioses por temor real hacia ellos es que jamás se preocuparon fuertemente por su origen, más allá de la “Teogonía” de Hesíodo, es así que para ellos era indistinto si los dioses nacían o no. Frecuentemente cuando Ulises, durante la Odisea llega a las civilizaciones remotas donde en suerte le toca arribar, manda a un heraldo a preguntar si en aquel lugar sus habitantes son pacíficos y hospitalarios y si temen a los dioses, (“temen” debiera quizá interpretarse como “veneran”) Los mortales temen a los dioses, por que no pueden matarlos, los veneran sí, pero por temor, los griegos fueron por largo tiempo tribus de conquistadores, pero hay algo que nunca pudieron conquistar, el Olimpo. Es así que en su traición sus dioses parían abiertamente a seres inmortales, los griegos prestaron poca atención a este asunto y solamente se dedicaron a alabarlos.

Volvamos pues a Prometeo el solitario encadenado. Cuando Prometeo es condenado por Zeus a ser retenido sobre una roca por su “osadía” Prometeo es realmente condenado, pero quizá este Robin Hood mítico ya estuviera condenado al igual que los demás dioses ¿por qué digo que están todos condenados? Si recordamos el mito la idea se hará más clara. Zeus encadena a Prometeo sobre una roca de la cual nunca podrá escapar, ya que aquellas cadenas fueron elaboradas por Hefesto el forjador de armas de los dioses, pero no conforme con esto, el rey del Olimpo, manda un águila a devorar el hígado del encadenado pero como Prometeo es inmortal el hígado le vuelve a crecer y este episodio se repetirá así por el resto de la eternidad (nótese, que decir “por el resto de la eternidad” implica algo que nuca ha de culminar, por tanto el castigo es peor aun) Prometeo posiblemente hubiera deseado morir la primera vez que aquel pájaro le devoró las entrañas a continuar sufriendo los mismo para siempre. He aquí las dos penurias que sufrirá el Prometeo encadenado, por un lado el dolor propiamente físico y por otro el saber que su condición será la misma durante toda su eternidad. Esta es una idea que únicamente un ser mortal puede concebir, al idea de que la inmortalidad es, a la larga una repetición de acontecimientos idénticos que se sucederán para eternamente. Los inmortales estén, no solo Prometeo sino el resto del panteón olímpico condenados a vivir un vida que se tronará idéntica en su existir, he aquí el valor de la finitud, donde cada cosa que las personas hagan en el transcurso de su vida, será, por más parecida que sea única cada día, por tratarse de seres que no volverán a ser más que una única vez. Los dioses entonces estarán condenados a ser y hacer lo que siempre han sido, Helios seguirá tirando con su carro del sol para hacer el día y la noche, Zeus continuara lanzando rayos a los desdichados y Hefesto seguirá siendo feo. Ese problema no lo tendrá el Dios cristiano, ya nada se sabe de Él en verdad y por que la filosofía cristiana se ha encargado de despojarlo de toda voluntad mundana.

ALGUNOS MUERTOS SON INMORTALES.

Me resultó tentador este comienzo, debo admitir. ¿Qué quiere decir que algunos muerto sean inmortales? ¿Por qué algunos y no todos? Básicamente mi idea es que hay personalidades históricas que han logrado trascender por diversos motivos a su propia época y que en cierta forma continúan vivos hasta hoy. Me refiero a personalidades relevantes alrededor del mundo que con sus logros siguen existiendo cuando se los recuerda.
La gran mayoría de ellos han sido influyentes pensadores, científicos revolucionarios o fervientes religiosos, el mundo entero tiene sus favoritos, y cada país tiene los suyos propios. ¿Qué es lo que los hace inmortales? Estas personalidades no cuentan con ninguna de las características propias de la tradición de la inmortalidad cristiana, no obstante, comparten una característica fundamental de la tradición helénica, el hartazgo ¿Qué es el hartazgo? Es la idea que mencionaba más arriba sobra la inmortalidad de los dioses y su eterno retorno (diría Nietzsche) los dioses no conocen el devenir. De la misma manera estos inmortales mudanos, serán repetidos una y otra vez hasta que su propia existencia pasada se convierta en un hartazgo sin sentido, condenado a redundarse indefinidamente. Es por ello que al principio me negaba a afirmar que la inmortalidad es algo que no puede darse en este mundo, todo depende en última instancia del código que se maneje.

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